Estudios recientes referidos a los criterios más relevantes para determinar la oportunidad de dar fin al tratamiento, hacen referencia a diversos aspectos de la personalidad del paciente, que servirían de indicadores a este respecto. Weiner y Exner (1991) presentan un conjunto de variables estructurales derivadas del Sistema Comprehensivo para evaluar, a través del Rorschach, los cambios ocurridos en la organización psicológica del sujeto como efecto derivado de la psicoterapia de corto y de largo plazo.
La variación, disminución o desaparición de los
indicadores construidos a partir de estas variables estructurales en sucesivos
re-test reflejarían avances hacia el logro de los objetivos planteados al
inicio del tratamiento. Como metas comunes a la mayoría de las modalidades de tratamiento
psicoterapéutico (largo ó corto plazo; cognitivo, psicodinámico y/o gestáltico;
etc.) generalmente se consideran las siguientes: a) Capacidad para manejar
estrés adecuadamente, b) Poseer un sistema consistente de estrategias
adaptativas para afrontar situaciones-problema, c) Apertura a la experiencia,
d) Introspección y/o auto-examen constructivos y, e) Sentirse cómodo en las
relaciones interpersonales. La ausencia de indicadores que evidencien el logro
de una de estas metas, es suficiente para contraindicar la finalización del
tratamiento (Weiner y Exner, 1991, 2001, 2008).
Los datos reportados por
Weiner y Exner (1991) proporcionan un cuerpo de criterios muy importante para
evaluar la evolución y la efectividad de un tratamiento psicoterapéutico. Sin
embargo, debido al evidente sesgo etnocéntrico que implican algunas de las
variables incluidas en estos indicadores, su validez y utilidad clínicas se ven
radicalmente disminuidas al intentar aplicarlos a un caso en Venezuela. Por
otra parte, la cada vez más evidente importancia que adquieren los contenidos
en las respuestas al Rorschach para evaluar rasgos de personalidad, hacer
diagnóstico diferencial y establecer criterios de interpretación transcultural
e intracultural, ha demostrado la necesidad de integrar variables estructurales
y categorías de contenido, así como la consideración del simbolismo afectivo
implícito en ellas (De Vos, 1987), para lograr una interpretación clínica del
Rorschach con solidez empírica y relevancia cultural (Riquelme y Da Ruos, 1996;
Acklin, 1995; Avila Espada, 1993; Ephraim, Occupati, Riquelme y González,
1992).
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